La pesca
pirata representa un 20% del valor de la captura
mundial de pescado
26 febrero 2006 - Madrid, España
— Después de pasar 70 días en alta
mar haciendo frente a la flota ballenera en el Océano
Austral, el barco de Greenpeace MY Esperanza se
prepara para zarpar otra vez, esta vez para llamar
la atención del mundo sobre la plaga que
supone la pesca pirata (1). Cada día, en
todos los océanos del Planeta, la pesca pirata
roba el pescado de los pescadores legítimos
a la vez que deja una huella de destrucción
ambiental a su paso.
Greenpeace y la Fundación
para la Justicia Medioambiental están trabajando
juntas para sacar a la luz a las flotas pesqueras
piratas que operan sin ser sancionadas en todo el
mundo. Organizaciones internacionales ecologistas
y de derechos humanos están demandando a
los Gobiernos que cierren sus puertos a estos buques
piratas, que les nieguen el acceso a sus mercados
y que persigan a las compañías que
los apoyan.
A nivel global, el valor de la
pesca pirata ha sido estimado entre 4.000 y 9.000
millones de dólares cada año, un 20%
del valor de la captura mundial de pescado. En aguas
antárticas, hasta un 50% del bacalao de profundidad
capturado en esta región proviene de actividades
ilegales. Casi en el otro extremo, en el Mar Báltico,
se estima que el 40% del bacalao capturado en 2002/2003
fue pescado ilegalmente.
En el Océano Atlántico,
los buques piratas se benefician del lucrativo mercado
del atún, capturando miles de toneladas de
pescado sin cumplir las normativas y reglamentos.
El pescado es entonces transferido a buques de transporte
refrigerados, conocidos como reefers, que “blanquean”
el pescado mezclándolo con atún procedente
de buques legales. Más tarde será
descargado en puertos legales, introduciéndolo
así en el mercado.
“La pesca ilegal de atún en el Atlántico
es tan sólo un ejemplo de un problema global
que ocurre en cada océano del mundo y casi
en cada pesquería”, declaró Sebastián
Losada, responsable de la Campaña de Océanos
de Greenpeace a bordo del Esperanza. “El pescado
en algunos de nuestros platos le ha sido literalmente
robado a alguien, negándole el alimento o
los ingresos. Es un crimen que los Gobiernos deben
detener cuanto antes”.
Al mismo tiempo que las poblaciones
de peces descienden por el impacto de la pesca ilegal,
el resto del ecosistema también se ve afectado.
Empleando a veces líneas de 100 km de longitud
y decenas de miles de anzuelos, los piratas también
atrapan tortugas, tiburones y aves marinas. Millones
de individuos de distintas especies son tirados
cada año por la borda cada año en
distintas pesquerías.
El Esperanza zarpa hacia el Atlántico
tan sólo unos días antes de que la
High Seas Task Force (2), una reunión interministerial
de alto nivel, se reúna en París para
anunciar como planea avanzar en la lucha contra
la pesca ilegal.
“Hace cinco años los Gobiernos
firmaron un Plan Internacional de Acción
contra la Pesca Ilegal ¿Qué queda
por discutir?”, preguntaba Hélène
Bours, de la Fundación para la Justicia Medioambiental,
a bordo del Esperanza. “Los Gobiernos deben dejar
de hablar y empezar a actuar. Cerrar sus puertos
y mercados a los productos de la pesca ilegal y
perseguir a las compañías implicadas
en estos delitos. Es un problema de voluntad política”.
NOTAS:
(1) La “pesca pirata” hace referencia a lo que técnicamente
se conoce como Pesca Ilegal, No Declarada y No Reglamentada
(INDNR).
(2) La High Seas Task Force de la OCDE, compuesta
de los Ministros de Pesca de Australia, Canadá,
Chile, Namibia, Nueva Zelanda y Reino Unido se reunirá
en París los días 2 y 3 de marzo.
Esta campaña para demandar
medidas contra la pesca ilegal es la segunda parte
de una expedición de 14 meses, “Un año
en la vida de nuestros océanos”, la expedición
más ambiciosa llevada a cabo por Greenpeace
para exponer las amenazas a las que los océanos
se ven sometidos y para demandar una red global
de reservas marinas que cubra el 40% de los océanos
del Planeta. 45.000 personas ya se han hecho defensoras
de los océanos. Greenpeace pretende conseguir
un millón de defensores de los océanos
al final de su expedición en febrero de 2007.