Madrid,
28 de abril de 2006.- Según WWF/Adena, el
Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo
(BERD) debe exigir medidas de protección
ambiental efectivas frente a vertidos de crudo de
la empresa Shell, o negarse a financiar el proyecto
Sajalín (Federación rusa), la mayor
iniciativa de explotación de petróleo
y gas del planeta, que amenaza la última
población de ballenas grises del Pacífico
Oriental y el delicado, y casi intacto, ambiente
ártico.
Un nuevo informe lanzado hoy por
WWF/Adena concluye que la potente dinámica
de los hielos marinos en el entorno de la zona de
operaciones de la Shell en Sajalín (isla
situada al Este de la Federación rusa), que
puede desarrollarse durante más de seis meses,
dejaría inerme a la compañía
ante un derrame de petróleo durante más
de la mitad del año. Los métodos usuales
de respuesta a tales accidentes se muestran impotentes
ante las condiciones del hielo y el clima extremo.
Existe un riesgo muy claro de
que el petróleo abandonado por estas causas
contaminara las zonas de alimentación de
las ballenas y los ecosistemas marinos durante años.
De ocurrir así, las últimas ballenas
grises occidentales estarían en peligro.
WWF/Adena encargó el informe “Considerations
for oil spill response in broken sea ice conditions”
a expertos en petróleo y gas independientes.
Paul Steele, de WWF Internacional,
expresó así las preocupaciones de
la organización: “Resulta chocante observar
cómo la Shell, en su apresuramiento por explotar
nuevas fuentes de gas y petróleo, se olvida
hasta tal punto del medio ambiente. Este es el peor
lugar del planeta para luchar contra una marea negra.
Incluso con la tecnología más avanzada
resulta imposible trabajar aquí la mitad
del tiempo. La altura de las olas quintuplica la
máxima a la que los métodos convencionales
puede enfrentarse”.
En un documento, la Shell propone
utilizar los huecos naturales abiertos en la banquisa
de hielo (llamadas polynyas) para quemar los posibles
derrames. Pero estas “ventanas” naturales de los
hielos constituyen áreas singulares de una
importancia extraordinaria para toda la vida marina
de la zona, desde el plancton hasta los mamíferos
marinos. Quemar petróleo en ellas contaminaría
toda la cadena trófica, un problema enormemente
serio que la Shell no ha tenido en cuenta.
Paul Steele continuó: “El
BERD simplemente no puede financiar este proyecto
si quiere continuar siendo coherente con sus valores
ambientales y mantener su credibilidad. Si sigue
adelante y financia el proyecto Sajalín,
su reputación ambiental quedará gravemente
dañada”.
Shell no ha desarrollado modelos
de vertidos para el proyecto Sajalín II en
condiciones de hielo. El informe de WWF/Adena va
más allá al señalar que no
existe ningún modelo matemático que
prediga el movimiento del petróleo en el
hielo. Al carecer de esta información, la
evaluación de impacto ambiental resulta incompleta.
El Mar de Ojotsk es uno de los
lugares más arriesgados para perforar en
busca de petróleo, con seis meses de mar
helado al año, nieblas densas, vientos fuertes
y grandes oleajes. A pesar de la dureza de los inviernos,
este mar revive en verano con un inmenso bullicio
de especies migratorias, entre las que se cuentan
la amenazada águila marina de Séller
y las ballenas grises. Para buscar petróleo
en una región tan frágil y tan importante
para la vida silvestre se requiere la existencia
de planes de emergencia rigurosos y perfectamente
funcionales contra las mareas negras.
Paul Steele concluyó: “Los
expertos estiman que existe un 24% de probabilidades
de que ocurra un derrame de petróleo durante
el tiempo que dure este proyecto. Las mareas negras
de este invierno en Alaska y en el norte de Japón
deberían actuar como alarmas. Ninguno de
estos accidentes se detectó a tiempo ni ha
sido limpiado. El desastre de Japón mató
miles de aves, algunas de ellas pertenecientes a
especies amenazadas. La falta de tecnología
adecuada para limpiar una marea negra en condiciones
heladas pone en duda las ambiciones en el Ártico
de la Shell y otras compañías”.