04 junio
2006 - Ciudad de México, México —
Greenpeace presentó el documento "La
destrucción de México: consecuencias
económicas y sociales de la devastación
ambiental", que recoge las alarmantes cifras
sobre el estado de los ecosistemas del país.
Es un reporte que muestra gráficamente una
realidad que los candidatos a la Presidencia no
pueden ignorar, pues representa cada año
una pérdida equivalente a 10 por ciento del
Producto Interno Bruto del país.
“La degradación ambiental
que sufre nuestro país pone en riesgo nuestra
viabilidad, pues en los recursos naturales se sustenta
la producción de los bienes económicos.
El desconocimiento sobre los beneficios que nos
proporcionan los ecosistemas –y, por tanto, el permitir
y avalar su destrucción- está conduciendo
irremediablemente a catástrofes económicas,
sociales y, por supuesto, políticas”, señala
el documento.
“En la administración de
los recursos naturales ha privado una visión
de corto plazo, de privilegiar los intereses privados
aunque eso signifique sacrificar el futuro de los
intereses colectivos. Lamentablemente, la clase
política no tiene el menor interés
en proteger el medio ambiente. Y esto aplica tanto
para quienes hoy están en la administración
pública como para aquellos que tienen posibilidades
de hacerlo en los próximos años. Esto
es inaceptable”, afirmó Alejandro Calvillo,
director de Greenpeace México.
En la presentación participó
el doctor en Economía Alejandro Guevara Sanginés,
director de la División de Estudios Sociales
de la Universidad Iberoamericana, quien comentó
que “el daño ocasionado por la destrucción
del medio ambiente afecta más a los pobres,
en la medida en que ellos dependen más de
los recursos naturales. Por ello, es fundamental
que apoyemos los proyectos de conservación
de las comunidades que tienen bajo su control zonas
ecológicamente ricas, pues con ello logramos
un triple objetivo: preservamos los recursos naturales,
paliamos la pobreza y conservamos el patrimonio
de las futuras generaciones”.
En el documento se advierte que
los recursos renovables se están agotando
rápidamente. “Quien gane, recibe un país
en un estado grave de degradación ambiental.
Quien gane no puede permitirse ignorar esta situación,
mucho menos mantenerla en el actual estado”, afirmó
Calvillo.
Una realidad que no se puede ignorar
El documento refiere que México
pierde cada año el equivalente a 10 por ciento
del Producto Interno Bruto debido al deterioro ambiental:
cerca de 754 mil millones de pesos al año,
aunque ese monto no considera la pérdida
acumulada año tras año de los recursos.
Bosques. Cada año perdemos
más de 600 mil hectáreas de bosques.
En el año 2000 los bosques brindaron servicios
ambientales por 136,770 millones de pesos, cifra
que superó 6.5 veces el ingreso por extracción
comercial de madera, casi 70 veces el presupuesto
asignado al sector forestal en 2005. Dos tercios
del agua que se consume en México son capturados
en los bosques.
Manglares. Este ecosistema amortigua
los impactos de huracanes y tsunamis, evita la erosión
y es área de desove y crianza de 70 por ciento
de especies pesqueras de interés comercial.
Cada hectárea brinda beneficios que equivalen
a entre 200 mil a 900 mil dólares por año.
Sin embargo, cada año desaparecen 22 mil
hectáreas, lo cual representa una pérdida
económica de al menos 4,400 millones de dólares.
Agua. Escasez, contaminación
y mal uso son los problemas del agua en México.
Contamos con 654 acuíferos, pero en 2003
sólo 188 estaban disponibles; de ellos, 65
están sobreexplotados y 47 cerca de esa condición.
Del agua disponible, 73 por ciento está contaminada
y requiere tratamiento antes de ser destinada al
consumo.
Pesquerías. Los recursos
marinos están amenazados por el crecimiento
descontrolado del sector pesquero y las capturas
no reguladas o ilegales. Actualmente, 71 pesquerías
que capturan 364 especies están en niveles
de aprovechamiento máximo mientras ya están
sobreexplotadas otras 22 pesquerías que capturan
102 especies. En 2005, 90 por ciento de las pesquerías
nacionales se encontraba al límite de aprovechamiento
o en condiciones de deterioro.
Actividades agrícolas.
Más de 80 por ciento de los suelos agrícolas
de México presenta algún grado de
erosión, debido a los monocultivos y la deforestación.
Además, cada año el campo recibe 15
mil toneladas de plaguicidas que contienen un centenar
de ingredientes nocivos para la salud que pueden
causar cáncer, alterar el desarrollo embrionario,
causar daños reproductivos y debilitar el
sistema inmunológico. La más reciente
amenaza para los cultivos es la liberación
de organismos genéticamente modificados al
medio ambiente.
Industria sucia. Debido a procesos
industriales sucios y a la aplicación laxa
de las leyes, hoy tenemos un país saturado
de residuos peligrosos. Más de 30 millones
de personas viven en zonas donde se exceden las
normas de calidad del aire; los daños a la
salud que provocan 11 termoeléctricas exigen
un gasto de 465 millones de dólares anuales
(4 por ciento del gasto público en salud).
El gobierno tiene registro de 432 sitios contaminados
con residuos peligrosos. La empresa más contaminante
del país es Pemex, responsable de más
de la mitad de las emergencias ambientales con sustancias
peligrosas.
Cambio climático. Este
fenómeno es la mayor amenaza que enfrenta
el planeta. En México, casi todo el territorio
es susceptible a la desertificación y la
sequía; un aumento en el nivel del mar puede
cubrir las zonas bajas hasta 40 kilómetros
tierra adentro; los sectores más vulnerables
son: agricultura, ganadería, silvicultura,
pesca, turismo y las industrias con gran demanda
de agua, como las de la transformación.
Conclusiones
La destrucción de los recursos ambientales
en México no puede seguir siendo un tema
de importancia menor para quienes toman decisiones
en este país. Es fundamental que se comprometan
con la protección de los ecosistemas del
país. Este compromiso debe incluir propuestas
de acción y mecanismos de seguimiento y vigilancia,
así como la participación pública.
“Necesitamos compromisos claros
de los candidatos con estos temas. Además,
es indispensable que se integre un grupo de ciudadanos
independientes, de probada credibilidad y con conocimiento
en temas ambientales, que vigile el cumplimiento
de esos compromisos”, finalizó Alejandro
Calvillo, director de Greenpeace México.