Aunque
es un paso positivo, el plan de cierre debe basarse
en un vida útil de 25 años
17 septiembre 2006 - Madrid, España
— Greenpeace valora positivamente la decisión
del Gobierno de no renovar el permiso de explotación
de la central nuclear de Garoña, una central
de funcionamiento muy peligroso debido a sus graves
problemas de seguridad. Greenpeace considera que,
aunque el cierre de esta central debería
ser inmediato, dada su peligrosidad (tiene importantes
problemas de agrietamiento múltiple por corrosión
en diversos componentes de la vasija del reactor),
el anuncio del Gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero de cerrar Garoña es un buen paso
y supone un avance hacia un modelo energético
más seguro y sostenible.
“La decisión del Gobierno
de cerrar la central nuclear de Garoña es
un golpe mortal para los intereses de la industria
nuclear, empeñada en seguir poniendo en riesgo
la salud pública y el medio ambiente con
sus peligrosas centrales nucleares sólo por
satisfacer sus ciegos intereses económicos”,
ha declarado Juan López de Uralde, Director
Ejecutivo de Greenpeace.
“El enorme potencial de las energías
renovables y el amplio margen existente para mejorar
la eficiencia energética permiten el comienzo
inmediato del programa de cierre progresivo pero
urgente de las centrales nucleares prometido por
el Gobierno socialista y el presidente Zapatero”,
añadió Uralde.
Greenpeace pide al Gobierno que
consensúe el plan de cierre de las centrales
nucleares con el movimiento ecologista. La vida
útil técnica de estas instalaciones
ronda los 25 años y Greenpeace no considera
aceptable que se plantee fijar en 40 años
la vida de las restantes centrales nucleares, cuyos
problemas de seguridad son numerosos e importantes,
como ha demostrado el reiterado mal funcionamiento
en los últimos años de centrales como
Vandellós-2, Cofrentes o Almaraz I y II.
Además del cierre de Garoña,
que debería adelantarse, debería fijarse
para el 2010 el cierre de los dos grupos de la central
nuclear de Almaraz (en Cáceres), demanda
además del propio Gobierno extremeño.
Con respecto al cementerio nuclear
centralizado (ATC) que promueve la Empresa Nacional
de Residuos Radiactivos (ENRESA), Greenpeace reitera
al Gobierno que para lograr un verdadero consenso
social sobre el problema de los residuos radiactivos,
debe aprobarse y ponerse en marcha previamente un
plan de cierre progresivo pero urgente de todas
las centrales.
“El movimiento ecologista fomentará
la creación de un clima de diálogo
sobre los residuos radiactivos y mantendrá
una postura constructiva, siempre y cuando antes
se haya puesto en marcha un satisfactorio plan de
abandono de la energía nuclear en España”,
declaró Carlos Bravo, responsable de la campaña
de energía nuclear de Greenpeace.
“El Gobierno debe entender que,
para avanzar en la solución del problema
de los residuos radiactivos de alta actividad, antes
hay que poner freno a la producción de esos
residuos, que generan las centrales nucleares”,
añadió Bravo.