Madrid,
13 de diciembre de 2006- El nuevo reglamento sobre
químicos, REACH, crea un marco adecuado de
gestión de las sustancias químicas
pero hacen concesiones a la industria que desprotegen
la salud pública y el medio ambiente.
El Parlamento Europeo ha votado
en plenario una nueva legislación REACH (Registro,
Evaluación, Autorización y restricción
de sustancias químicas) que, aunque contiene
algunas mejoras, todavía queda mucho para
que sea un reglamento que asegure protección
frente a las sustancias peligrosas, según
las organizaciones ecologistas WWF/Adena, Ecologistas
en Acción y Greenpeace.
La legislación, cuyo objetivo
era sustituir a unas 40 distintas normativas existentes,
sólo constituye un pequeño paso hacia
un modelo innovador de gestión de sustancias
químicas. Entre las nuevas medidas adoptadas,
las empresas deberán aportar datos respecto
a los impactos a la salud y el medio ambiente de
las sustancias químicas que importen o produzcan
en grandes cantidades Además, la nueva legislación
contiene un mecanismo que obliga a sustituir las
sustancias químicas persistentes y bioacumulativas
siempre y cuando existan alternativas más
seguras. Los ciudadanos tienen el derecho de solicitar
información sobre la presencia de determinadas
sustancias químicas perniciosas en artículos
de consumo. Incluso antes, las empresas químicas
podían poner en el mercado cualquier sustancia
química sin suministrar información
sobre su impacto en la salud y el medio ambiente.
Además, las sustancias químicas peligrosas
sólo se prohibían después de
que saliera a la luz un escándalo sobre su
alta toxicidad.
Como parte negativa de esta nueva
ley, existen algunos vacíos legales que aún
permitirán el uso continuado de muchas sustancias
químicas que son conocidos cancerígenos,
que provocan defectos congénitos, enfermedades
reproductivas... Otras concesiones para la industria
han sido excluir la exigencia de aportar datos significativos
de seguridad a aquellas empresas que producen y
importan sustancias químicas por debajo de
10 toneladas por año – es decir el 60% de
las sustancias químicas que entran el sistema
REACH -.
En los próximos años,
los políticos europeos necesitarán
realizar un seguimiento minucioso de la puesta en
marcha de la nueva ley y de la Agencia Química
europea, que se creará a raíz de esta
nueva legislación para asegurar protección
efectiva a la ciudadanía europea frente a
las sustancias químicas más peligrosas.
Por otro lado, muchas sustancias
químicas “extremadamente preocupantes” quedarán
autorizadas en el mercado si los productores afirman
que la exposición a aquellas sustancias puede
ser “controlada adecuadamente”. De hecho, el enfoque
de “control adecuado” no asegura la protección,
ya que el ciudadano no se expone a una sola sustancia
química sino a un cóctel de sustancias
que pueden tener un efecto combinado que se desconoce.
Otras razones son, por ejemplo, la vulnerabilidad
de las funciones hormonales y de las primeras fases
en el desarrollo infantil.
Destacadas asociaciones científicas,
grupos de consumidores y empresas innovadores en
Europa han lanzado un llamamiento para que todas
las sustancias químicas peligrosas sean sustituidas
de manera obligatoria bajo REACH, como requisito
mínimo y necesario para proteger contra su
amenaza.
Las concesiones dadas a la industria
y los vacíos legales debilitan el reglamento
REACH y lo dejan vulnerable a los intereses de la
industria química. Por ejemplo, deja en manos
de ésta la posibilidad de ignorar una alternativa
más segura a las sustancias existentes y
no verse obligados a presentar un plan de sustitución.
La nueva Agencia Química europea, ubicado
en Helsinki, deberá seguir de cerca la legislación
para asegurar su éxito. Si no funciona adecuadamente,
las sustancias químicas peligrosas continuarán
contaminando el medio ambiente y la salud, y REACH
será en un fracaso.
Artículo: Edith Verhoestrate