Madrid-Valladolid, 13 de
agosto de 2007.- Las asociaciones conservacionistas
SEO/BirdLife, WWF/Adena, los grupos ecologistas
de Castilla y León (Fundación
Global Nature, Ecologistas en Acción,
Asociación para la Conservación
del Lobo ibérico, Plataforma para la
Defensa de la Cordillera Cantábrica,
ACENVA y Cantueso) solicitan a la Consejería
de Medio Ambiente que el día 15 de
agosto no se permita
la apertura de la Media Veda en las zonas
afectadas por la plaga de topillo. La distribución
masiva e incontrolada de veneno que se ha
realizado en numerosas comarcas para intentar
combatir la plaga, pueden provocar intoxicaciones
accidentales, no sólo entre los perros
de presa, sino, aun más grave por consumo
humano de piezas cinegéticas que hayan
ingerido este veneno, poniendo en riesgo la
salud de la población. Además
la media veda afectará negativamente
sobre las poblaciones de predadores, como
zorros, que pueden ayudar al control natural
de la plaga.
El veneno que más
se utilizado para combatir la plaga de topillos
en Castilla y Leon es la clorofacinona. Este
anticoagulante no sólo pueden ingerirlo
los topillos, sino también el resto
de animales que habitan en la zona, incluidas
las especies cinegéticas (codorniz,
tórtola, paloma bravía y torcaz).
Por este motivo los grupos conservacionistas
ven un claro peligro de envenenamiento humano
si se consumen ejemplares que hayan ingerido
este producto. Desde que comenzó el
tratamiento se han localizado en el campo
numerosas palomas y liebres envenenadas, cuyo
consumo podría tener efectos fatales
sobre los humanos.
Además la propia
Junta de Castilla y León, confirma
las advertencias de los grupos ecologistas,
al efectuar unas recomendaciones a los cazadores,
en las que, además de advertir sobre
el riesgo sanitario que puede suponer el consumo
de animales intoxicados, advierte sobre el
posible envenenamiento de los perros y la
necesidad de respetar a depredadores naturales.
Las organizaciones ecologistas
consideran un contrasentido que se autorice
la práctica de la caza cuando la propia
administración no puede garantizar
la seguridad de los cazadores ni de la población
en general y cuando se está utilizando
veneno de forma incontrolada tal y como han
declarado los propios agricultores ante los
medios de comunicación. Por ello las
organizaciones solicitan a la Consejería
no sólo que no se proceda a la apertura
de la temporada de caza, sino que además
se investigue este uso ilegal de veneno.
Asimismo también
solicitan con urgencia que Castilla y León
tenga un "Plan regional contra los cebos
envenenados" que ayude a mejorar las
poblaciones de especies predadoras de topillos,
de cara a evitar plagas como estas en futuras
campañas. De hecho, basta una sola
pareja de lechuzas para estabilizar la población
de roedores en 10 ha.
El uso del veneno está
tipificado como delito y por tanto su uso
puede ser sancionado por la vía penal
y administrativa. En la actualidad el veneno
supone la segunda amenaza de mortalidad no
natural para la especies silvestres, y Castilla
y León, es la segunda comunidad en
número de casos detectados de envenenamiento
de animales.
La otra medida tomada por
la Administración para el control de
la plaga en la actualidad es la quema de rastrojos,
cuya práctica además de tener
un elevado impacto sobre la biodiversidad
y aumentar considerablemente el riego de incendios
(el 3% de los grandes incendios se produce
por quemas agrícolas) se ha mostrado
como ineficaz en el control de los roedores.
Al contrario, puede agravar el tránsito
iniciado por la plaga desde las zonas de secano
hasta las de regadío, en busca de refugio
y alimento. En este sentido sería una
medida mucho más útil para combatir
este fenómeno que no se concedan autorizaciones
para el control de zorros y córvidos
(urracas, grajillas y cornejas), predadores
naturales de los topillos, que contribuyen
a la regulación de sus poblaciones.
Además de las propuestas
anteriores las organizaciones ecologistas
proponen como medidas a corto plazo, el control
mecánico o con pastoreo de la vegetación
en lindes y márgenes de caminos, el
levantamiento de los rastrojos en las zonas
afectadas y la compensación adecuada
de los daños causados por los topillos
en las cosechas tanto de secano como de regadío.
Artículo: Cristina Rabadán