El laboratorio francés
confirma la presencia en altas cantidades de sustancias
cancerígenas como el radón 222, el
polonio 210 y el radio 226
04 diciembre 2007 - Huelva, España
— Expertos del laboratorio francés CRIIDAD
especializado en investigación y medición
de la radiactividad, tras una exploración
in situ del terreno y rigurosos análisis,
han confirmado la gravedad del problema radiactivo
generado por la empresa Fertiberia en las Marismas
de Huelva, a causa de sus vertidos de fosfoyesos
radiactivos (más de 120 millones de toneladas
en unas 1.200 hectáreas de marismas).
En sus conclusiones, en las que
confirman la presencia de sustancias radiactivas
tan peligrosas como el radón en la atmósfera
y el radio 226 y el polonio 210 en tierra, polvo
y agua, recomiendan confinar estos residuos en un
cementerio nuclear.
Los resultados de los análisis
confirman niveles de radiación gamma de hasta
más de 38 veces los niveles normales y dosis
equivalentes de entre 2 y 9 veces lo normal, de
tal manera que la población, y muy en particular
los trabajadores que llevan a cabo actividades en
esa zona, se ven expuestos a un riesgo radiológico
muy significativo.
Además, el laboratorio
francés concluye que esos vertidos producen
constantemente un gas radiactivo, el radón
222, que se dispersa en la atmósfera. El
carácter cancerígeno de ese gas es
sobradamente conocido, y los especialistas estiman
que sería responsable del 10% de los cánceres
de pulmón.
Estos especialistas recuerdan
que los fosfoyesos son residuos que contienen sustancias
radiactivas de periodo físico (vida media
radiactiva) muy largo y de radiotoxicidad muy fuerte,
y recomiendan que sean retirados de la zona de vertido
y se traten como residuos radiactivos, alojándose
en contenedores estancos y almacenándose
en un emplazamiento para tal fin que presente garantías
de confinamiento a muy largo plazo.
Greenpeace aportará el
informe del CRIIRAD a la Comisión de Peticiones
del Parlamento Europeo, que tramita una queja registrada
por Greenpeace (por la vulneración de las
Directivas sobre radiaciones ionizantes, gestión
de residuos tóxicos y peligrosos y protección
de las aguas que se está dando en las marismas
de Huelva), a consecuencia de la cual la Comisión
Europea, a petición del Parlamento, ha iniciado
una investigación.
Por otro lado, el 17 de octubre
pasado, un equipo de expertos internacionales de
Greenpeace hizo pública la existencia de
un vertido radiactivo de cesio-137 al río
Tinto, procedentes de las más de 7.000 toneladas
de material contaminado radiactivamente por el accidente
de Acerinox en 1998 y que se enterraron de forma
incontrolada en el mal llamado Centro de Recuperación
de Inertes (CRI) nº9, ubicado en las Marismas
de Mendaña, dentro de las marismas de los
ríos Tinto y Odiel, en Huelva.
Desde ese momento, Greenpeace
ha demandado a la Junta de Andalucía y el
Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en varias ocasiones
y por la vía legal, explicaciones al respecto,
que aún no se han recibido, y ha exigido
que se adopten medidas urgentes para evitar que
continúen esos vertidos radiactivos al Tinto.
El CRIIRAD ha estudiado las muestras
de agua y lodos contaminadas por ese vertido que
Greenpeace mandó a analizar a esta entidad.
El resultado de las mismas confirma las peores sospechas
de Greenpeace: los niveles de cesio-137 son muy
altos (hasta 3.200 Bequerelios/kg seco; en la Naturaleza
el nivel debería ser de cero, ya que el cesio-137
es un isótopo totalmente artificial). Estos
datos son especialmente preocupantes, dado el peligroso
comportamiento biológico de este radionúclido.
El cesio-137 es un radionúclido
de origen artificial, que se genera en los reactores
nucleares y en las explosiones atómicas.
El cesio-137 origina dos tipos de radiación:
beta y gamma. La vida media radiactiva de este radionúclido
es 30,2 años. La magnitud de la energía
emitida debe considerarse elevada y, por ello, su
riesgo biológico alto.
Desde el punto de vista biológico,
el cesio-137 se comporta como el potasio, se iincorpora
al organismo y determina una irradiación
interna persistente. Si bien se distribuye de forma
bastante homogénea por todo el organismo,
las concentraciones de cesio-137 en músculo
y hueso son más elevadas que en otros tejidos,
al igual que ocurre con el potasio.
La vida biológica media
del cesio-137 en el organismo se sitúa alrededor
de los 70 días (ello indica que no alcanza
el estado de equilibrio hasta al cabo de un año
-5 vidas biológicas medias-, es decir que
durante ese tiempo va acumulándose en el
organismo hasta que lo ingresado es igual a lo excretado).
De ello deriva que la irradiación interna
es considerable. Como consecuencia, es causa generadora
-o incrementa el riesgo- de neoplasias que se manifiestan
entre lo 10 y 30 años después de la
exposición. Se ha descrito un incremento
de sarcomas como consecuencia de esta irradiación,
aunque puede aumentar también el riesgo de
carcinogénesis en numerosos tejidos.
Es importante considerar que la
exposición humana al cesio-137 se produce
vía inhalatoria y, mucho más frecuente,
por ingestión de alimentos. Por la característica
mencionada de comportarse como el potasio, este
radionúclido se incorpora a las cadenas tróficas
vegetales y animales, magnificándose en muchos
casos sus concentraciones en los tejidos a medida
que se asciende en las cadenas tróficas,
alcanzando así a los humanos. En el caso
de Huelva el punto clave de exposición humana
habría que buscarlo en el pescado de la zona,
pues a partir de las marismas tiene que alcanzar
el mar en un momento u otro, ya sea directamente
ya a través de organismos de la zona.