11 febrero 2008 - Internacional
— Las fotografías presentadas por el
gobierno australiano comprueban que la caza
de ballenas, que la
flota japonesa lleva a cabo en el océano
Antártico con el pretexto de la investigación
científica, es en realidad una práctica
comercial que se realiza con gran sufrimiento
de los mamíferos.
En las imágenes puede
verse a una ballena minke junto a su cría,
en edad de lactancia, mientras son arrastradas
por la rampa de un ballenero japonés
después de ser cazadas. El ministro
australiano de Medio Ambiente, Peter Garret,
declaró: "Es angustioso cuando
piensas que pueden pasar 15 minutos desde
que el arpón impacta en la ballena
hasta que el animal muere".
Las fotos fueron tomadas
desde el Ocean Viking, un barco del servicio
de aduanas australiano con equipamiento militar
que vigila a los balleneros japoneses y registra
las capturas en busca de pruebas que sirvan
para llevar a la flota nipona ante un tribunal
internacional. En este sentido, la Comisión
Europea exigió una "firme"
postura de la UE contra la caza "disfrazada"
de investigación científica.
El gobierno japonés
ya anunció una pronta "respuesta
diplomática". Sin embargo, el
primer ministro de Australia, Kevin Rudd,
aseguró que su país seguirá
fotografiando a la flota japonesa que caza
ballenas en el Océano Antártico.
También afirmó que, aunque ambos
países mantienen fuertes lazos económicos,
diplomáticos y de seguridad, es importante
que Australia se oponga a la caza anual de
ballenas por parte del país asiático,
y que "no está bien llamar caza
científica a la caza comercial".
Estas fotos comprueban lo
que Greenpeace denuncia hace años:
que la "caza científica"
es solo una excusa para encubrir la caza comercial.
Este año Greenpeace lanzó la
novena expedición al Océano
Austral a defender las ballenas, y la segunda
en los últimos 12 meses.
Si bien Japón abandonó
oficialmente la caza comercial de ballenas
hace 20 años, siguió capturando
especímenes con el pretexto de la investigación
científica. Durante este tiempo la
flota japonesa ha capturado más de
10.000 ejemplares y la carne del cetáceo
sigue presente en supermercados y en restaurantes
especializados.
"La población
japonesa claramente no está de acuerdo
con la caza ballenera que se ha estado llevando
a cabo con este nombre científico y
con el dinero de sus impuestos” dijo Junichi
Sato, líder del proyecto de ballenas
de Greenpeace Japón. “Es hora que el
Primer Ministro Fukuda ponga fin al escándalo
ballenero de Japón, y llame a la flota
a regresar a Japón”.