Es
el cuarto suceso notificable de seguridad
en Garoña en lo que va de año
- 21 agosto 2008 - España — El Consejo
de Seguridad Nuclear (CSN) ha calificado de
Nivel 1 en la Escala Internacional de Sucesos
Nucleares (INES) el suceso de seguridad notificable
ocurrido en la central nuclear de Garoña
consistente en la pérdida del nivel
de operabilidad exigida por las Especificaciones
Técnicas de Funcionamiento de la central,
a causa de la disminución de capacidad
de las baterías de los sistemas de
suministro eléctrico ininterrumpido.
Este problema venía
sucediendo, según el CSN, desde el
15 de julio pasado, de lo que este organismo
no había informado hasta ahora, y se
detectó cuando en las pruebas realizadas
a esas baterías se constató
una capacidad inferior a la requerida. En
las nuevas pruebas realizadas el pasado martes,
se volvió a reproducir el mismo resultado
fallido. Ello ha forzado a la sustitución
de las mismas y al CSN a calificar el suceso
de Nivel 1.
Ante la escasa información
proporcionada al respecto tanto por el CSN
como por el titular de la central, Nuclenor,
Greenpeace solicitará al CSN información
más detallada sobre el motivo por el
que estas baterías no habían
sido sustituidas cuando se detectó
que fallaban en primera instancia.
Este es el cuarto suceso
notificable sucedido en Garoña en lo
que va de año, el segundo en este mes.
Ha habido además otros problemas de
seguridad de los que el CSN no ha informado
públicamente y que han llevado a la
central a realizar al menos una parada para
llevar a cabo distintas reparaciones en elementos
importantes para la seguridad, como es el
sistema de ventilación del aire del
interior de la contención primaria.
Los sucesos notificables
del 14 de agosto y del 29 de julio pasados,
se debieron a errores humanos, por fallos
en la interpretación de diversas instrucciones,
o por errores en procedimientos, lo que es
un reflejo de la mala cultura de seguridad
del operador.
Así en el primero
de éstos, se produjo, según
el CSN, "una interpretación inadecuada
de la Acción prevista en el Manual
de Requisitos de Operación, que se
debe tomar en caso de inoperabilidad del equipo
de extinción de incendios de esa barra
de alimentación eléctrica, [lo
que] hizo que no se estableciera una vigilancia
continua por personal especializado prevista
en dicho Manual".
En el segundo, se detectó
que no era completo el procedimiento de vigilancia
del enclavamiento de la esclusa de acceso
del personal al interior de la contención
primaria, al no verificar la imposibilidad
de doble apertura de las puertas en ambos
sentidos.
El que se produjo el 14 de marzo, se debió
a un fallo técnico en un equipo, una
desviación en la medida del caudal
superior a la considerada como aceptable en
el caudalímetro del Sistema de Tratamiento
de Gases del Condensador.
Ante el cúmulo de
problemas técnicos y errores humanos
en la central nuclear de Garoña, Greenpeace
pide al Gobierno y al Presidente Zapatero
que cumplan sin más demora su promesa
de cerrar la central nuclear de Garoña,
así como la de presentar un plan de
cierre de las demás centrales nucleares.
El funcionamiento peligroso
de la central nuclear de Garoña, debido
al agotamiento de su vida útil y sus
graves problemas de seguridad (aparición
de grietas por corrosión en diversos
componentes de la vasija del reactor y graves
fallos en su cultura de seguridad), su negativo
impacto medioambiental, social y económico
(la devaluación sobre los recursos
agrícolas ganaderos y naturales de
su entorno y sobre las actividades económicas
asociadas a los mismos), hacen deseable su
cierre inmediato y definitivo.
Además, su escasa
aportación a la red eléctrica
(menos del 1,3% del total) hacen muy fácil
prescindir de esta obsoleta instalación,
ya totalmente amortizada por la compañía
propietaria (Nuclenor). Ésta poco significativa
contribución de Garoña a la
red eléctrica está en la actualidad
más que sobradamente compensada por
la producción mediante fuentes de energía
renovable.
+ Más
Greenpeace critica el trato
benévolo del CSN hacia Ascó
I, a pesar de la gravedad del escape radiactivo
La multa máxima que
tendría que pagar Ascó I sería
equivalente a lo obtenido en tan sólo
dos semanas de funcionamiento - 18 agosto
2008 - España — A pesar de la apariencia
de sus cifras, las sanciones incluidas en
la propuesta de expediente sancionador a la
central nuclear Ascó I (Tarragona)
presentada hoy por el Consejo de Seguridad
Nuclear (CSN) al Ministerio de Industria,
Comercio y Turismo (MITyC), resultan decepcionantes
e implican un trato muy favorable a la central.
La multa máxima, en caso de aplicarse
el tramo más alto en todas las sanciones
propuestas, alcanzaría los 22 millones
de euros, que es el equivalente al beneficio
que obtienen en tan solo unas dos semanas
de funcionamiento de la central (1,2 MEUR
de beneficio diario por la venta de electricidad).
Más que aumentar
la cantidad económica de la sanción,
el CSN tendría que haber calificado
las sanciones como "muy graves"
ya que del escape (sucedido a finales de 2007
y que la central ocultó durante varios
meses incluso al propio CSN) se ha derivado
un peligro grave para la seguridad o la salud
de las personas y para el medio ambiente.
Sin embargo, con este expediente sancionador
el CSN redunda en la actitud que ha elegido
desde el primer momento: minimizar la relevancia
del accidente en beneficio de los propietarios
de la central nuclear.
El análisis realizado
por Greenpeace a partir de los datos proporcionados
por el propio CSN demuestra que más
del 86% de las partículas calientes
recogidas hasta principios de junio de 2008
(cerca de un millar, que es sólo una
pequeña fracción del total de
partículas que se liberaron al medio
ambiente), producían una radiactividad
suficiente como para superar los límites
legales aplicables a miembros del público
en caso de contaminación interna. Y
más del 27% del total de partículas
producirían dosis superiores a 20 mSv,
límite legal de los trabajadores en
un año.
Para tres de esas partículas,
el CSN consigna tasas de dosis de nada menos
que 1 mSv/h, que es el nivel mínimo
para la clasificación de zona naranja
en una central nuclear, que es una zona de
permanencia estrictamente reglamentada. Estas
tres partículas darían lugar
a unas dosis superiores a 216 mSv en 9 días,
lo que equivale a 400 veces por encima del
límite del público. Estos niveles
de radiactividad son suficientemente elevados
como para que también se deban analizar
supuestos de exposición y contaminación
externa, ya que las dosis equivalentes que
producirían en órganos como
la piel o las extremidades serían muy
elevadas, muy por encima de los límites
aplicables.
Además, las sondas
de detección de la Red de Vigilancia
Radiológica Ambiental (REVIRA) del
CSN detectaron con total claridad la fuga,
incluso en sondas separadas por decenas de
kilómetros entre sí. Así
pues, las gráficas comparativas de
una sonda ubicada en la propia central y de
otra ubicada en la playa de la Almadraba,
a unos 50 kilómetros de la central,
dan plena constancia de que los picos de radiactividad
medidos en ambas estaciones no sólo
no eran medidas espurias, como en su día
aseguró el CSN, si no que existe una
evidente correlación entre los momentos
en los que se arrancó el sistema de
ventilación normal del edificio de
combustible y las emisiones de radiactividad
al medio ambiente detectadas en ambas estaciones
de la red.
A todas luces, gracias a
la benevolencia del CSN, a Ascó I le
va a salir más barato pagar una multa
ridícula por haber ocultado conscientemente
el escape radiactivo durante meses mientras
mantenía la central en marcha, que
haberse comportado responsablemente y haber
parado la central cuando se produjo la contaminación
del sistema de ventilación a finales
de noviembre de 2007"/, -ha declarado
Carlos Bravo, responsable de la campaña
Nuclear de Greenpeace.
Ante la operación
irresponsable de Ascó I por parte de
la Asociación Nuclear Ascó-Vandellós
(ANAV), Greenpeace exige al CSN y al Gobierno
que retire la licencia de explotación
a ANAV y suspenda cautelarmente la actividad
de estas centrales nucleares.
En 2005, otro grave suceso
en la central Vandellós II, también
gestionada por ANAV, supuso otro Nivel 2 en
la INES. Ese suceso, que fue calificado por
el CSN como "el más grave después
del accidente de Vandellós I en 1989",
también fue ocultado por ANAV durante
meses. El CSN reconoció, en una investigación
parlamentaria, que en el caso citado de Vandellós
II, ANAV priorizó sus intereses económicos
a la seguridad y mantuvo esa central funcionando
en condiciones de "seguridad degradada".
A pesar del escándalo
social y político que ello supuso,
ANAV no aprendió ninguna lección
y siguió operando de forma irresponsable
sus centrales, como ha demostrado el escape
radiactivo de Ascó I. Al igual que
entonces, el CSN y el Gobierno siguen actuando
de forma permisiva con las centrales nucleares.