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Oct 2008 - Cada año, miles de tortugas
marinas caen atrapadas en los anzuelos de
la pesca de palangre. Este sistema de pesca
consiste en una larga línea principal
de nylon, o monofilamento, que puede medir
desde varios cientos de metros hasta alrededor
de 50 kilómetros de largo. A esta línea
van unidas líneas más cortas,
con un anzuelo con carnada. Cada cierta distancia
lleva boyas atadas para regular la profundidad
de las líneas.
El problema es que las tortugas
marinas gustan también de las carnadas
en los anzuelos y al morderlas, quedan atrapadas
con pocas posibilidades de supervivencia,
a menos que sean rescatadas. Esto es lo que
se llama pesca incidental, cuando lo que cae
en el anzuelo no era el objetivo de la pesca.
La mortalidad de las tortugas
marinas en los anzuelos de pesca es uno de
los principales factores para la reducción
de las poblaciones de estos reptiles. La tortuga
baula (Dermochelys coriacea) y la cabezona
o caguama (Caretta caretta) son las de mayor
riesgo de extinción, porque su número
ha bajado hasta un estado crítico de
supervivencia.
En el año 2003, WWF
inició en el Pacífico Oriental
un proyecto conjuntamente con la Comisión
Interamericana del Atún Tropical (IATTC,
por sus siglas en inglés), la National
Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA)
y otros socios, para salvar las tortugas marinas
de caer en los anzuelos de las líneas
de palangre. El país inicial fue Ecuador,
pero se ha ido expandiendo desde México
hasta Perú, aumentando las flotas pesqueras
que se unen a este programa.
El programa de pesca incidental
se rige por tres principios:
1. Nadie quiere lastimar o matar a las tortugas.
2. Nadie quiere sacar a los pescadores del
negocio.
3. La participación de los pescadores
y embarcaciones en el proyecto es voluntaria.
Para Alvaro Segura, Coordinador
del Programa de Pesca Incidental para Centroamérica,
“este método de trabajo es único,
ya que se realiza directamente en los barcos
pesqueros, en condiciones reales de pesca,
probando la efectividad de distintos tipos
de anzuelo en variadas zonas de pesca, en
barcos de distinto calado y autonomía
de navegación y a una escala regional,
lo que permite obtener datos precisos y completos
bajo diferentes condiciones de pesca”.
Se trabaja estrechamente
con pescadores, propietarios y capitanes de
barcos e instituciones gubernamentales para
identificar, probar e implementar formas que
disminuyan significativamente la pesca incidental
de estas especies, sin afectar la captura
de los peces objetivo, y lograr una transformación
de las flotas pesqueras, hacia la adopción
de mejores prácticas que las lleven
a una actividad sostenible.
A los pescadores se les
propone cambiar sus anzuelos abiertos, tipo
J, por otros de forma circular que mejoran
sustancialmente la pesca y reducen la posibilidad
de que las tortugas queden atrapadas en ellos,
aunque no lo impiden totalmente. “Se les entrega
un paquete tecnológico, que consiste
en una provisión de anzuelos circulares
para sustituir los tipo J, un ‘desanzuelador’,
que es un aparato para desenganchar las tortugas,
una red para subirlas a bordo sin dañarlas,
llamado comúnmente dipnet o chinguillo,
y se les enseñan buenas prácticas
para el izado, manipulación y posterior
liberación de las tortugas”, explica
Segura.
Moisés Mug, Líder
del Programa de Pesca Sostenible para América
Latina y el Caribe, comenta que “esta interacción
directa con los pescadores tiene ventajas
excepcionales, ya que permite que los pescadores
prueben directamente la efectividad de los
anzuelos circulares. A medida que más
pescadores se unen al programa y aceptan el
observador a bordo, se recaba más información
que nos ayuda a comprender mejor la actividad
pesquera y cómo se relaciona ésta
con la captura incidental de la tortuga marina”.
Este programa ha crecido
hasta ser multinacional y multisectorial,
conglomerando a asociaciones de pescadores,
empresas pesqueras, capitanes de barco, autoridades
de la pesca, científicos, comercializadores,
compradores de productos pesqueros marinos
y ONGs locales en ocho países. “Los
logros alcanzados no hubieran sido posible
sin la cooperación voluntaria de los
pescadores y otros miembros del mercado de
la pesca”, comenta en forma entusiasta Mug.
En Centroamérica
particularmente, se han integrado 146 embarcaciones
de las flotas pesqueras al programa de pesca
incidental de WWF, la mayoría de Guatemala
y Costa Rica. Ya se han intercambiado voluntariamente
más de 40.000 anzuelos tradicionales
por los nuevos circulares, registrando resultados
positivos en su uso.
Las instituciones gubernamentales
reguladoras del sector pesquero centroamericano
han brindado su apoyo al Programa de Pesca
Incidental de WWF. Se han firmado convenios
con el Instituto Costarricense de Pesca y
Acuicultura (INCOPESCA) y con OSPESCA, la
Organización del Sector Pesquero y
Acuícola del Istmo Centroamericano
y ya se han llegado a acuerdos con los institutos
de la pesca de Guatemala, El Salvador y Panamá,
trabajando en forma conjunta por una pesca
sostenible.
Augusto César Cerdas,
un antiguo pescador, trabaja hoy como observador
de barcos para WWF. “Ya no pesco más.
Me identifiqué tanto con el programa
de Pesca Incidental que me uní al trabajo
de los observadores y cada día siento
orgullo de saber que estoy ayudando a rescatar
las especies marinas con las que crecí
en mi pueblo natal. Trabajo con mis antiguos
compañeros de pesca y les enseño
mejores prácticas de pesca y a salvar
las tortugas atrapadas en los anzuelos”, comenta.
Las flotas pesqueras artesanales
e industriales son un factor muy importante
en las economías de los países
con costas al Océano Pacífico
Oriental, donde miles de familias dependen
de los recursos pesqueros para subsistir.
Según Segura, “toda solución
a la pesca incidental de las tortugas marinas
debe tener en cuenta también los intereses
de los pescadores. Logrando que los pescadores
adopten voluntariamente nuevas prácticas
de pesca vamos construyendo el camino hacia
la pesca sostenible, sin dañar las
otras especies que comparten los mares”, finaliza.
Moisés Mug
Programa de pesca sostenible para América
Latina y el Caribe
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WWF Centroamérica
impulsa ratificación de la Convención
de Naciones Unidas sobre Derecho de los Usos
de los Cursos de Agua Internacionales
22 Oct 2008 - Estocolomo,
Suecia, agosto, 2008.- El hecho de que el
agua sea un recurso finito y vulnerable, indispensable
para la sobrevivencia del ser humano y de
los ecosistemas, hace que anualmente miles
de personas dirijan su atención hacia
la celebración de la Semana Mundial
del Agua, evento desarrollado en Estocolmo,
Suecia, del 17 al 23 de agosto, y en el cual
WWF Centroamérica participó
mostrando los avances en la región
para la ratificación de la convención
sobre aguas internacionales.
El 19 de agosto se realizó
el seminario denominado, The UN Watercourses
Convention: Legacy, Prospects and Value for
the Realization of International Policy Goals,
en donde el Dr. Alexander López, de
la Escuela de Relaciones Internacionales de
la Universidad Nacional de Costa Rica y consultor
para WWF, tuvo a su cargo la presentación
de una ponencia acerca de las cuencas transfronterizas
de Centroamérica, las cuales abarcan
aproximadamente un 37% del territorio de la
región.
López llamó
la atención hacia la importancia que
tiene para la región el ratificar la
Convención de Naciones Unidas sobre
el Derecho de los Usos de los Cursos de Agua
Internacionales para Fines Distintos de la
Navegación, favoreciendo un ambiente
más propicio para mejorar la gobernabilidad
de las cuencas compartidas en los países
del área, y disminuyendo así
la cantidad e intensidad de los conflictos
transfronterizos.
Por su parte, la actual
vicepresidenta de la Asamblea Legislativa
de Costa Rica y presidenta de la Comisión
Permanente Especial de Ambiente, Diputada
Maureen Ballestero, participó en el
panel de alto nivel titulado The Challenge
of Improved Global Freshwater Governance &
The UN Watercourses Convention, moderado por
el secretario general de WWF Suecia, Lasse
Gustavsson.
En su disertación,
Ballestero mencionó que a pesar de
la amplia disponibilidad hídrica que
hay en la región, el 40% de sus 37,4
millones de habitantes no tiene acceso a agua
potable, siendo un porcentaje todavía
muy lejano para el alcance de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio.
Para Ballestero, cambiar
las actuales ideas respecto al manejo sectorial
del agua por una visión más
integrada de gestión del recurso, tomando
en cuenta aspectos ambientales, sociales,
económicos y técnicos, así
como, instrumentos legales de carácter
internacional como la Convención, son
elementos necesarios para solucionar los problemas
hídricos que aquejan a los centroamericanos.
“Se requiere sabiduría,
madurez, información y una nueva cultura
hacia el agua, y sobre todo, un compromiso
político real”, señaló
la legisladora costarricense, quien además
se comprometió a impulsar la Convención
en el marco de la Asamblea Legislativa de
su país.
WWF impulsa en la región
acciones de incidencia política con
los Ministerios de Relaciones Exteriores,
Ministerios de Ambiente y las Asambleas Legislativas,
enfocadas a dar a conocer la importancia de
la ratificación de la Convención
en Centroamérica. Esta iniciativa se
enfoca primero en Costa Rica y Guatemala,
donde las legislaturas están más
cerca de la ratificación. El proceso
hacia la ratificación comenzó
con talleres de discusión celebrados
en ambos países en los meses de julio
y agosto de este año.
La Convención establece
lineamientos marco, claves para el desarrollo
de una ley de aguas a nivel nacional, como
para el desarrollo de iniciativas en el ámbito
local.
El trabajo de WWF en el
tema de aguas, tiene además de incidencia
en el ámbito político, esfuerzos
locales de trabajo directo con industria y
comunidades para el mejor uso del vital líquido.
Específicamente en
las cuencas del Motagua y el Polochic en Guatemala,
WWF, en coordinación con socios como
CARE y Fundación Defensores de la Naturaleza,
impulsa proyectos de compensación por
servicios ambientales y manejo integrado de
cuencas, en alianza con el sector privado
y las comunidades.
Este proceso inició
el año 2003, con resultados positivos
en la participación y creación
de capacidades de los socios involucrados,
incidiendo, por un lado en reducir la cantidad
de efluentes (sedimentación, aguas
residuales, agroquímicos) al Sistema
Arrecifal Mesoamericano (SAM), y por otro,
en mejorar las condiciones de vida de sus
habitantes.
Virginia Reyes
Oficial del Programa de Agua Dulce