¿Blanco y en botella?
Leche. ¿Atún claro y en lata?
Atún, pero no una única especie
sino dos. ¿Cómo es esto posible?
Para ello debemos trasladarnos a las aguas
tropicales del océano Índico
y Pacífico que es donde se pescan estos
atunes. Alguna vez hemos hablado de los FAD
(dispositivos agregadores de peces) que se
emplean cada vez con mayor frecuencia asociados
a la pesca con cerco (actualmente se emplean
en el 70% de las capturas mediante
cerco). Estos dispositivos son objetos flotantes,
como boyas o maderas, que agregan a distintas
especies marinas atraídas por ver algo
flotando en la inmensidad del mar. Es como
soltar una pelota en una piscina llena de
niños.
Pasado un tiempo, cuando
hay suficientes peces agregados, los barcos
sueltan las redes de cerco y rodean a esta
agregación de vida marina que se ha
formado. Y decimos vida marina porque es la
mejor manera de describirlo, ya que no sólo
se agregan atunes (el objeto de la pesca)
sino otras especies de peces, tiburones, tortugas,
cetáceos...
Si nos centramos en los
atunes, el problema radica en la similitud
física que tienen algunas especies
como el atún rabil y el patudo, especialmente
en los individuos de menor tamaño.
Una vez que se descarga la captura, no se
realiza una clasificación en ese momento,
sino que se realiza tras congelar, transportar
y almacenar estos peces (procesos durante
los cuales se decoloran y deforman, perdiendo
las características morfológicas
que facilitan su identificación). Y
así es como termina en una misma lata
carne de atún rabil y de patudo.
Greenpeace ha analizado,
a través de un laboratorio independiente,
distintos productos de atún en lata
de distintas marcas y distintos países.
Los resultados son variados: distintas especies
en la misma lata o en distintas latas del
mismo producto o distintas a las que especifica
el etiquetado. En España, se han encontrado
mezcla de atún rabil (Thunnus albacares)
y patudo (Thunnus obesus) en latas de Calvo
y Campos, incumpliendo la legislación
europea.
“¿Y qué más
da si al fin y al cabo es atún?” podrían
pensar algunos. Aún a riesgo de realizar
comparaciones, es como si compras una botella
de zumo de naranja y dentro hay zumo de naranja
y zumo de mandarina, puede saber bien pero
no es lo que has comprado y da la sensación
de que “no está bien”. Primero, como
consumidor/a tengo derecho a tener la certeza
de que lo que me están indicando en
la etiqueta o en el envase es ciertamente
lo que hay en el contenido. Segundo, dice
muy poco en favor de la calidad y el cuidado
con el que se elabora el producto. Y tercero,
evidencia la insostenibilidad de la pesquería
de cerco y el uso de los FAD, en los que todo
cae en la misma red. Si ya es preocupante
el estado de los stocks de atún, en
especial de rabil y patudo, este tipo de pesca
nada selectiva que captura juveniles de forma
indiscriminada no hace sino obstaculizar la
recuperación de estos stocks y agravar
su estado.
Y si los atunes, que son
poco mediáticos, no despiertan nuestra
empatía quizá si lo hagan otras
especies víctimas de esta pesca, como
el tiburón ballena que aparece en la
fotografía que acompaña a este
blog.
Greenpeace pide los organismos
responsables la prohibición total del
uso de FAD y pide a los productores, distribuidores
y consumidores que rechacen el atún
que haya sido pescado con esta técnica.
+ Más
Las renovables son las que
aportan más energía y empleo
A las continuas puñaladas
que el Gobierno y las empresas de la energía
sucia le asestan a las renovables, éstas
responden aportando cada vez más energía
y empleo, como han confirmado dos informaciones
recientes.
La energía eólica
ha llegado a duplicar la máxima potencia
disponible de que serían capaces todas
las nucleares españolas. La semana
pasada, la energía eólica rompió
todos los registros en dos días consecutivos.
El último fue el 9 de noviembre, cuando
la eólica proporcionó casi 15.000
MW (14.962 MW exactamente) a las 14:46, un
13,5% más que el récord previo,
alcanzado justo el día anterior. También
se superaron los récords de máxima
producción eólica en una hora
y durante todo un día.
Esos máximos de producción
eléctrica con el viento fueron a mediodía,
coincidiendo con el momento en que más
energía se necesita, o sea que esa
energía vino fenomenal para satisfacer
necesidades reales y desplazar a otras fuentes
más contaminantes. Pero por ser el
momento de máxima demanda no se llegó
al récord de participación de
la eólica en el total de la generación
eléctrica (que está en más
del 53%), quedándose esta vez en “solo”
un 46,65% (los que hemos oído tantas
veces la cantinela de que “eso es imposible”,
no podemos dejar de escapar una sonrisa).
Si a esto le sumamos otro 18,73% que venía
de las demás renovables y de la cogeneración,
vemos que la energía limpia estaba
suministrando nada menos que un 65% de la
generación de electricidad, mientras
España estaba exportando un 4,67% y
bombeando un 6% para almacenar esa energía
para usarla en otro momento. Y con el carbón
reducido a su mínima expresión
(2%). Todos estos datos demostrados por la
propia Red Eléctrica de España.
La otra buena noticia es
la creación de empleo. ISTAS (instituto
dependiente del sindicato CC.OO.) e IDAE (el
organismo estatal dedicado a las renovables)
han publicado un informe que muestra que las
renovables emplean a 115.722 personas en España:
70.152 empleos directos más 45.570
indirectos. El 43,6% de los empleos directos
son en la eólica.
El estudio pronostica que
habrá 202.015 empleos para 2020 (128.373
directos, de los cuales 47.527 solo en solar
fotovoltaica) simplemente con que se cumplan
los (a nuestro juicio insuficientes) objetivos
establecidos para estas energías en
el Plan de Acción Nacional de Energías
Renovables.
Sin embargo, estos datos
pueden ser solo un mínimo, según
varias asociaciones de empresas del sector.
Una de ellas, Protermosolar, afirma que los
datos del estudio referidos a la tecnología
solar termoeléctrica (511) apenas reflejan
las personas que trabajan en I+D, pero que
actualmente hay 15.000 personas trabajando
en las centrales termosolares españolas.
Parece evidente que podemos
confiar en las renovables para crear la energía
que necesitamos para acabar con la dependencia
del exterior, para crear los empleos que necesitamos
para salir de la crisis económica y
para la reducción de emisiones que
necesitamos para evitar un cambio climático
catastrófico. Lo malo es que no podemos
confiar en que este Gobierno se haya dado
cuenta.