Hace ya un año que
se registró el mayor derrame
petrolero en el Golfo de México, como
consecuencia de la explosión de la
plataforma Deepwater Horizon, propiedad de
la empresa British Petroleum (BP) el 20 de
abril de 2010.
Zoom Derrame en el Golfo
de Mexico, daño incalculable. ©
Daniel Beltra / Greenpeace
Por ello, Greenpeace publicó hoy el
informe “Deepwater Horizon– un año
después” en el que revela cómo
BP trató de ocultar la magnitud del
desastre e influir sobre el grupo de científicos
creado para investigarlo, con el objetivo
de minimizar el alcance y el impacto de la
catástrofe.
El informe fue integrado
con información de miles de documentos
internos obtenidos gracias a las solicitudes
de información ambiental relativas
al vertido de petróleo.
Desde el instante en que
se incendió la plataforma Deepwater
Horizon hasta hoy, la principal preocupación
de la industria petrolera ha sido la de minimizar
la importancia del vertido y sus impactos,
que aún perduran:
•80 por ciento del crudo
del vertido aún no ha sido recuperado.
•En ningún momento BP o la Guardia
Costera de EUA realizaron mediciones precisas
de la cantidad de crudo que se había
vertido.
•La compañía petrolera intentó
desviar la atención de la investigación
científica de los impactos ambientales;
y trató de impulsar un mensaje positivo
aportando fondos de financiación a
aquellos grupos de investigación dispuestos
a aceptar las condiciones de la compañía.
•BP alegó que sólo se vertían
1.000 barriles de crudo al día. Sin
embargo, la cifra real se estima en por lo
menos 62 mil barriles diarios: un total de
4,9 millones de barriles durante los casi
tres meses que BP tardó en sellar las
fugas en el pozo.
Ante los graves impactos ambientales que han
dejado accidentes como el derrame petrolero
en el Golfo de México y la crisis nuclear
en Fukushima, Japón; Greenpeace exige
a los gobiernos dejar de lado el modelo energético
actual, basado en energías sucias y
peligrosas. Este modelo ha demostrado que
no es una solución sustentable para
el planeta. Tanto la energía nuclear
como el petróleo están muy lejos
de contribuir a un futuro energético
viable que permita a su vez mantener el desarrollo
económico de las naciones, generar
empleos y contribuir a mitigar el cambio climático.
Petróleo y nucleares,
riesgos para México
En México, el Congreso de la Unión
aún está analizando la Estrategia
Nacional de Energía (ENE) 2011-2025
y se espera que sea ratificada por el Senado
de la Repúblicoa antes de que finalice
el actual periodo de sesiones. En la ENE se
prevé incrementar la extracción
petrolera a 3.3 millones de barriles en 2025
y se plantea que la energía nuclear
sea una opción viable para generar
electricidad. Nuestro país tiene uno
de los más altos potenciales en energía
renovable, cuya participación debería
ser del orden del 41 por ciento para 2020
y 75 por ciento para 2050, excluyendo las
grandes hidroeléctricas. Esto no sólo
es técnicamente posible, sino económicamente
viable.
El derrame petrolero en
el Golfo de México es una muestra más
de que la industria no se detiene a pesar
de los impactos que provoca en el medio ambiente
la explotación de hidrocarburos y la
exploración en aguas profundas. México
tiene un amplio historial de derrames petroleros
en las costas de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco,
Campeche.
Ahora, con los planes de
exploración de aguas profundas en las
costas del Golfo de México, se incrementa
la incertidumbre por los daños que
puede provocar esta industria del lado mexicano;
por ello, Greenpeace exige a los senadores
que están revisando la Estrategia Nacional
de Energía, que no aprueben más
proyectos de exploración petrolera
y que en vez de ello, el presupuesto se oriente
a detonar las energías renovables,
que no producen más cambio climático
y que no dañan el ambiente de nuestro
país.