Con motivo del
25 aniversario del desastre nuclear de Chernobyl
y a seis semanas de la tragedia de Fukushima
(Japón) diez Premios Nobel de la Paz
pidieron a los líderes mundiales que
inviertan en fuentes energéticas más
seguras y renovables.
Lo hicieron a través
de una Carta Abierta a 31 jefes de Estado
de los países más influyentes
y que más inversiones tienen en el
desarrollo de energía atómica.
Los gobiernos a los que
dirigieron el pedido son: Argentina, Armenia,
Brasil, Bélgica, Bulgaria, Francia,
Japón, Pakistán, Polonia, República
de Corea, Eslovakia, Ucrania, Reino Unido,
España, Suiza, Hungría, México,
Holanda, Eslovenia, Lituania, Rumania, Sudáfrica,
India, Finlandia, República Checa,
Taiwan, Swiza, China, Canadá, Alemania,
Rusia y Estados Unidos.
Compartimos con ustedes
el texto completo de la carta:
CARTA ABIERTA
26 de abril 2011
Para: Líderes Mundiales
De: Premios Nobel de la Paz
Los Premios Nobel de la
Paz pedimos a los líderes mundiales
que elijan las energías renovables
en vez de la energía nuclear.
En el vigésimo quinto
aniversario del desastre nuclear de Chernobyl
en Ucrania –y casi dos meses después
del terremoto y del tsunami que devastó
a Japón– nosotros, los Premio Nobel
de la Paz abajo firmantes, solicitamos que
inviertan en un futuro más seguro y
pacífico y que se comprometan a la
utilización de fuentes de energía
renovables. Es hora de reconocer que la energía
nuclear no es una fuente de energía
limpia, ni segura, ni barata.
Estamos profundamente preocupados
por las vidas de las personas en Japón,
que están en riesgo por la radiación
nuclear en el aire, en el agua y en los alimentos
como consecuencia del colapso en la central
nuclear de Fukushima. Creemos firmemente que
si el mundo abandona el uso que hace actualmente
de la energía nuclear, las futuras
generaciones de personas en todo el mundo
–y los japoneses, quienes ya han sufrido demasiado–
vivirán con mayor paz y seguridad.
“Veinticinco años
después de Chernobyl, algunas personas
dicen que las cosas están mejorando.
Yo no estoy de acuerdo“, dice Mykola Isaiev,
uno de los “liquidadores” de Chernobyl, personas
encargadas de limpiar las consecuencias del
desastre. “Nuestros niños están
enfermos por comer alimentos contaminados
y nuestra economía se destruye”. Isaiev
dice que puede identificarse con los liquidadores
que ahora están trabajando en Japón.
Al igual que él, probablemente ellos
no se hayan preguntado tanto sobre la seguridad
de la energía nuclear.
Consideren las palabras
de un comerciante en Kesennuma, una de las
ciudades que sufrió los mayores efectos
del tsunami a lo largo de la costa noreste:
“Esa cosa de la radiación es extremadamente
temerosa. Está más allá
de un tsunami. Un tsunami se puede ver. Esto
no puede verse”.
La triste realidad es que
la crisis de la radiación nuclear en
Japón puede volver a ocurrir en otros
países, como ya ha sucedido en Chernobyl,
en la ex República Socialista Soviética
de Ucrania (1986), Three Mile Island en los
Estados Unidos (1979) y Windscale/Sellafield
en el Reino Unido (1957). Los accidentes nucleares
pueden ser el resultado de desastres naturales
–tales como terremotos y tsunamis–, así
como también de los errores y la negligencia
humana. Personas de todo el mundo también
temen la posibilidad de ataques terroristas
contra las centrales nucleares.
Pero la radiación
no sólo está relacionada con
un accidente nuclear. Cada eslabón
de la cadena del combustible nuclear libera
radiación, a partir de la extracción
de uranio, y luego continúa durante
generaciones, porque los residuos nucleares
contienen plutonio que permanecerá
tóxico durante miles de años.
A pesar de años de investigación,
países con programas de energía
nuclear como Estados Unidos han fracasado
en resolver el desafío de encontrar
un almacenamiento seguro del combustible nuclear
“gastado”. Mientras tanto, cada día,
se está generando más combustible
nuclear.
Los defensores de la energía
nuclear deben enfrentar el hecho de que esos
programas son los ingredientes para fabricar
armas nucleares. De hecho, esta es la preocupación
subyacente en lo que respecta al programa
nuclear de Irán. Que la industria nuclear
prefiera ignorar esta enorme amenaza en la
búsqueda de energía nuclear,
no significa que el problema desaparezca simplemente
porque sea minimizado o ignorado.
También debe enfrentarse
a la cruda realidad económica de la
energía atómica. La energía
nuclear no compite en el mercado abierto en
contra de otras fuentes de energía,
simplemente porque no puede. La energía
nuclear es una opción energética
exorbitantemente cara que generalmente es
financiada por los contribuyentes impositivos.
La industria nuclear ha recibido amplios subsidios
gubernamentales –dinero de los contribuyentes–
para la suscripción de la construcción,
límites máximos de responsabilidad
y seguros para la limpieza y los costos de
salud. Podemos invertir más responsablemente
este dinero público en nuevas fuentes
energéticas.
En la actualidad hay más
de 400 plantas nucleares en el mundo –muchas,
en lugares con alto riesgo de catástrofes
naturales o disturbios políticos. Estas
plantas proporcionan menos del 7% del suministro
mundial total de energía. Ustedes,
líderes mundiales, pueden trabajar
juntos para sustituir esa pequeña cantidad
de energía con otras fuentes energéticas
actualmente disponibles, de fácil acceso,
muy seguras y baratas, para encaminarnos hacia
un futuro libre de carbón y de energía
nuclear.
No podemos detener los desastres
naturales como el que acaba de ocurrir en
Japón, pero juntos podemos tomar mejores
decisiones sobre nuestras fuentes de energía.
Podemos eliminar gradualmente
los combustibles fósiles y la energía
nuclear e invertir en una revolución
de energía limpia. Ya está en
marcha. A nivel mundial, en los últimos
cinco años, ha habido más energía
procedente de la energía eólica
y solar, que de las plantas de energía
nuclear. Los ingresos globales de la energía
solar, eólica y otras fuentes de energía
renovables aumentaron un 35% en 2010. Invertir
en estas fuentes de energía renovables
también generará trabajo.
Las fuentes de energía
renovable son una de las claves más
importantes para un futuro pacífico.
Es por eso que tantas personas en todo el
mundo –especialmente los jóvenes– no
están esperando que los gobiernos hagan
el cambio, sino que ya están dando
pasos en esa dirección por sí
mismos.
Comprometernos a un futuro
con menos carbón y libre de energía
nuclear, permitirá a los países
que se asocien y amplíen el movimiento
ciudadano global creciente y cada vez más
influyente que rechaza la proliferación
nuclear y apoya a las fuentes renovables de
energía. Le pedimos que se unan a ellos
y que creen un poderoso legado que proteja
y mantenga no sólo a las generaciones
futuras, sino también a nuestro propio
planeta.
Atentamente,
Betty Williams, Irlanda
(1976)
Mairead Maguire, Irlanda (1976)
Rigoberta Menchú Tum, Guatemala (1992)
Jody Williams, EE.UU. (1997)
Shirin Ebadi, Irán (2003)
Wangari Maathai, Kenia (2004)
Arzobispo Desmond Tutu, Sudáfrica (1984)
Adolfo Pérez Esquivel, Argentina (1980)
José Ramos Horta, Presidente, Timor
Oriental (1996)
Su Santidad el Dalai Lama (1989)