El anuncio de Alemania para
cerrar de inmediato ocho centrales
nucleares en ese país es un paso muy
importante hacia el fin de la energía
nuclear a nivel mundial. Sin embargo, retrasar
el cierre de las nueve plantas restantes hasta
2022 sigue siendo peligroso e innecesario.
Cada año que pase
y en el que dependamos de la energía
nuclear, es un año que nos pone en
riesgo a una crisis similar a la de Fukushima.
Alemania podría abandonar gradualmente
la energía nuclear cerrando sus 17
reactores hacia el año 2015, sin depender
de energía importada o cerrarse al
uso de combustibles fósiles, como el
carbón, petróleo y gas. Lo que
sí sería necesario es que reforzara
la combinación de energías renovables
y medidas de eficiencia energética.
Japón y Suiza también
se alejan de las nucleares. En México,
lejos de frenar el avance de la energía
nuclear y tener una visión de largo
plazo, la Comisión Federal de Electricidad
mantiene a la energía nuclear como
una de las opciones más viables para
generar electricidad en el país, e
incluso ya perfila propuestas para ubicar
nuevas nucleoeléctricas.
Alemania ha demostrado que
una combinación de apoyo popular y
voluntad política, pueden hacer que
se abandone la dependencia de la energía
nuclear y que no se opte por combustibles
fósiles.
Un reciente reporte de IPCC
(Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático) encontró
que con sólo 2.5 por ciento de fuentes
renovables de energía se podría
proporcionar hasta 80 por ciento de la demanda
mundial de energía para el año
2050, con las tecnologías actualmente
disponibles. El IPCC usó como referencia
el documento de Greenpeace [R]evolución
energética. En México, podríamos
establecer metas de participación de
fuentes renovables del orden del 41 por ciento
para 2020 y 75 por ciento para 2050, excluyendo
las grandes hidroeléctricas y descartando
totalmente a la energía nuclear. Esto
no sólo es técnicamente posible,
sino económicamente viable, sólo
es cuestión de seguir el ejemplo alemán.
+ Más
Diputados insisten en energía
nuclear
La comisión de energía
de la Cámara de diputados, sostuvo
ayer una reunión con autoridades del
sector energético, en la que abordó
el tema nuclear y la seguridad de la central
nucleoeléctrica Laguna Verde.
En sesión extraordinaria, y con afán
de mostrar la viabilidad y seguridad de la
energía nuclear, los diputados integrantes
de la comisión de energía: Felipe
de Jesús Cantú, Ivideliza Reyes
y Guillermo Ruiz de Teresa, manifestaron su
apoyo franco y abierto a este tipo de energía.
Por su parte, Rafael Fernández,
gerente de centrales nucleoeléctricas
de la Comisión Federal de Electricidad
y Juan Eibenschutz director general de la
Comisión Nacional de Seguridad Nuclear
y Salvaguardias, manifestaron durante la reunión,
que la energía nuclear es necesaria
para el país, dado que es una fuente
de energía que permitirá la
reducción de gases de efecto invernadero
y con ello, contrarrestar el cambio climático,
además de su seguridad “indiscutible”.
Sin embargo, los funcionarios
omitieron mencionar que en el caso más
reciente; el de Fukushima, la contaminación
radiactiva se ha esparcido al mar, al espacio
aéreo y la tierra, donde se descubrió
que los campos de cultivo de hortalizas ubicados
en las afueras de la ciudad de Minamisoma,
ubicada a 25 km de la central nuclear, tienen
altos niveles de radiación; lo que
aumenta los riesgos para la salud de los residentes
y demuestra lo insuficiente de establecer
un perímetro de evacuación de
20 km. Los operarios de Fukushima Daiichi
detectaron en las inmediaciones de la planta,
niveles de radioactividad de yodo-131, 7.5
millones de veces por arriba de lo permitido
legalmente en agua de mar y 1.1 millones de
veces superiores de cesio-137.
El aporte que la energía
nuclear puede hacer a la lucha contra el cambio
climático es mínimo y la inversión
enorme; duplicar el número de reactores
que hoy funcionan en el mundo, -alrededor
de 450- para el año 2030, apenas reduciría
en 5 por ciento la emisión de gases
de efecto invernadero que ocasionan el cambio
climático, además de que la
inversión requerida ascendería
a entre 2 y 3 billones de dólares.
Hasta ahora, en México
ni protección civil, ni la comisión
de seguridad nuclear y salvaguardias, han
verificado si existe una correlación
entre las emisiones de radiactividad de la
nucleoeléctrica y los casos de incidencia
de cáncer en la población de
los municipios aledaños a la central
Laguna Verde.
En realidad, el trasfondo
de esta reunión de los diputados con
autoridades del sector energético consistía
en hablar bien de la energía nuclear,
minimizar las consecuencias del accidente
de Fukushima, cabildear un recurso presupuestal
mayor para la comisión de seguridad
nuclear y sentar las bases para promover un
mayor número de nucleoeléctricas
en el país, cuyos sitios viables, de
acuerdo a lo declarado por Fernández
de la Garza, de CFE, podrían ser: zonas
aledañas a la central Laguna Verde,
Tamaulipas, Sonora o bien el centro del país.
Para Greenpeace es preocupante
que, pese a la peligrosidad demostrada por
la energía nuclear, en México
importantes tomadores de decisión,
como los diputados antes citados, sigan contemplando
a este tipo de energía como una de
las mejores opciones para generar electricidad.