Julio 20, 2011 - Desde hace
25 años, cuando explotó uno
de los reactores de Chernobyl, que la energía
nuclear no acaparaba tantos titulares en
los medios. Y como hace 25 años, nuevamente
lo hace asociada a una nueva emergencia, la
que lamentablemente vive Japón y cuya
magnitud real aún desconocemos.
Y en una mala jugada del
destino, esta asociación de los peligros
de la energía nuclear se hace de nuevo
con Japón, la nación que por
primera vez sufrió, hace 66 años,
los impactos de este tipo de energía,
luego de que Estados Unidos arrojara dos bombas
nucleares en su territorio.
Esta nueva crisis nuclear
reabre el debate sobre la pertinencia o no
de apostarle a la energía nuclear para
generar energía eléctrica en
un contexto de cambio climático acelerado.
Los promotores de esta energía argumentan
que no emite gases de efecto invernadero (GEI)
y que, por tanto, es “limpia”.
Paralelamente a lo que sucede
en Japón y sin información sobre
la magnitud del problema, el lobby pronuclear
se pone en campaña, y lo mismo la Agencia
Internacional de Energía Atómica,
en el ámbito internacional, que la
Comisión Nacional de Seguridad Nuclear
y Salvaguardas (Secretaría de Energía),
en el nacional, se dedican a hacer declaraciones
no sólo minimizando lo que sucede en
Japón, sino también asegurando
que esta eventualidad, para la cual los reactores
no están preparados, los hará
mucho más seguros... ¡Vaya con
el optimismo...! o deberíamos decir
el cinismo.
En un intento por recuperar
el apoyo de los gobiernos y de la opinión
pública, la industria nuclear alega
que, como las centrales nucleares no emiten
bióxido de carbono las plantas nucleares
pueden desempeñar un papel significativo
para mitigar el cambio climático. Nada
más alejado de la realidad. Para realizar
un correcto análisis de la relación
existente entre energía nuclear y calentamiento
del planeta, no basta con estudiar las emisiones
de GEI del reactor; es necesario analizar
todos los procesos del ciclo nuclear: minería,
enriquecimiento de uranio, fabricación
del combustible, reprocesamiento y disposición
de los residuos. La incorporación de
estos elementos a la valoración de
la energía nuclear la descarta como
alternativa frente al cambio climático.
Además, hay varias
razones de peso, por las que la energía
nuclear no es una opción. Veamos:
1. Es pobre como fuente
energética. El uranio es la más
pobre de las cuatro principales fuentes energéticas
no renovables (carbón, gas natural,
petróleo, uranio). Todas juntas resultan
insignificantes cuando se les compara con
el Sol: en dos semanas, la energía
solar interceptada por la Tierra supera todas
las reservas conocidas de estos energéticos,
y el Sol continuará enviando su energía
a la Tierra como ahora por los próximos
4.5 mil millones de años. Ninguna fuente
no renovable puede garantizar el suministro
energético en el mediano o largo plazos.
2. No hay solución
para la basura nuclear. No hay nada que hacer
con los peligrosísimos residuos radiactivos:
algunos de ellos tienen actividad por miles
de años. Si se optara por más
centrales nucleares, éstas darían
un poco de energía por unas cuantas
décadas (menos de cinco), pero sus
residuos serían una herencia para las
generaciones que vivan en decenas de milenios
por venir.
3. Proliferación
de armas nucleares. Los residuos propician
el aumento de tecnologías y materiales
nucleares utilizados con fines no civiles,
en particular, la proliferación de
armamento nuclear.
4. Son caras. Pese a las
promesas del lobby nuclear, los datos duros
muestran que los costos de esta energía
son elevadísimos. Por ejemplo: la planta
nuclear de Shoreham, en Nueva York, fue presupuestada
en 350 millones de dólares, y terminó
costando más de 5.4 mil millones de
dólares ¡15 veces más!
A pesar de los miles de millones de dólares
gastados por los gobiernos (EUA gastó
más de 80 mil mdd entre 1948 y 2006),
las cerca de 450 plantas en operación
proporcionan sólo el 2.8 por ciento
de la energía primaria consumida en
el mundo. Hay que incluir, además de
los costos de construcción, operación
y desmonte al final de su vida útil.
La energía nuclear sólo es rentable
para sus desarrolladores por los subsidios
que reciben, pagados con nuestros impuestos.
5. Son un riesgo inaceptable.
El lobby pronuclear alega que la probabilidad
de sufrir un accidente nuclear es muy bajo.
Quizás sí, pero cuando éste
ocurre las consecuencias son enormes e irreversibles.
El riesgo (que considera probabilidad y consecuencias)
es inaceptablemente alto. Ninguna aseguradora
protege contra un accidente nuclear. La gente
inocente es la que paga y sufre las consecuencias.
Además ya han ocurrido varios accidentes
e incidentes, de modo que la probabilidad
de que ocurran NO es baja.
6. Son vulnerables, por
lo que se rodean de soldados y otras fuerzas.
En todo el mundo, las plantas nucleares implican
una creciente y desbordada (e inaceptable)
militarización.
7. Aumentan la dependencia
tecnológica, científica y energética.
Los países que no desarrollaron su
tecnología nuclear, y en los que se
instalan plantas nucleares, se vuelven totalmente
dependientes y tienen que emplear tecnología
adquirida a precios altísimos.
8. No beneficia a quienes
aún no tienen energía. La energía
de las nucleoeléctricas (la de toda
megaplanta, nuclear o convencional) sólo
sirve a los megaconsumidores -armadoras de
automóviles, fundidoras, ciudades-
y no a quienes carecen de energía eléctrica
convencional (en México unos siete
millones de paisanos).
9. El tiempo de instalación
de una planta nuclear se mide en lustros.
En contraste, una planta eólica, solar
o fotovoltaica se instala en meses. Si los
locos planes de instalar varias plantas más
se llevaran a cabo, dizque para combatir la
emisión de gases, éstas estarían
listas cuando ya el destino nos haya alcanzado
y no los reducirían.
Si se quisiera considerar
seriamente la propuesta de utilizar la energía
nuclear para proteger el clima, la primera
pregunta que cabría hacerse es cuántos
nuevos reactores sería necesario construir
para alcanzar las metas de protección
del sistema climático acordadas por
la comunidad internacional. En la actualidad
existen alrededor de 450 centrales nucleares.
Para duplicar esta cifra sería necesario
construir un número correspondiente
de plantas nucleares en los próximos
años. A pesar de ese enorme esfuerzo,
la contribución de la energía
nuclear a la producción energética
mundial no se duplicaría sino que se
reduciría ya que, en términos
absolutos se espera que la demanda energética
mundial aumente en al menos 50 por ciento
en 25 años. Por lo tanto, para duplicar
la participación de la energía
nuclear, no bastaría duplicar sino
triplicar el número de reactores: habría
que conectar a la red eléctrica 1,320
nuevos reactores en los próximos 25
años. Delirante, incosteable y sumamente
peligroso.
Cualquier inversión
en el sector nuclear postergaría las
verdaderas soluciones para combatir la amenaza
del cambio climático, además
de que un accidente nuclear o fuga radiactiva
es infinitamente más peligroso. La
verdadera respuesta está en el viento,
diría Bob Dylan. Y en el Sol, agregamos
nosotros.
+ Más
Fukushima NO está
bajo control
Julio 19, 2011 - Es falso
que el gobierno japonés y la empresa
TEPCO, que opera la central nucleoeléctrica
de Fukushima Daiichi, hayan cumplido con la
primera fase para mantener bajo control la
crisis en esa central, como asegura el secretario
de estado Goshi Hosono, expresó Greenpeace.
"TEPCO y el gobierno han fracasado en
alcanzar varios de los objetivos del plan,
al apresurarse por cumplir con fechas formales
y querer dar la impresión de normalidad,
en vez de aceptar que esta crisis tomará
décadas. Todavía hay problemas
continuos como las filtraciones de agua contaminada
y en lograr la estabilidad del reactor, las
mediciones de radiación actuales, al
igual que la transparencia de la información,
son completamente inadecuadas", dijo
Jan Beránek, responsable de la campaña
nuclear de Greenpeace Internacional.
"El gobierno debe centrarse
en asegurar que las personas estén
apropiadamente protegidas frente al incremento
de los niveles de exposición a la radiación
en áreas contaminadas, aún las
que se encuentran más allá de
las zonas de evacuación actuales, como
la ciudad de Fukushima. La gente necesita
que se le proporcione información clara
y apoyo adecuado para evacuar o limitar su
exposición a la radiación",
agregó Beránek.
Las familias con hijos y
las mujeres embarazadas deben ser llevadas
a lugares más seguros, mientras que
debe ponerse en marcha un monitoreo amplio,
sistemático y transparente de productos
agrícolas y comida marina para evitar
más contaminación en las personas
por comida contaminada, aún en áreas
que parecen lejanas de los reactores de Fukushima.