66º Aniversario del
bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki
Mañana, 6 de
agosto, se cumplen 66 años del bombardeo
nuclear sobre la ciudad japonesa de Hiroshima,
que fue seguido tres días después
por el de Nagasaki. Alrededor de 250.000 personas
murieron en ambos lugares por los efectos
inmediatos y a medio plazo de las bombas nucleares.
Los centros urbanos de las
dos ciudades quedaron reducidos a escombros.
Greenpeace quiere destacar que este aniversario
debe servir para recordar el peligro que sigue
suponiendo el armamento nuclear para la supervivencia
del planeta. Además, 66 años
más tarde, Japón está
afrontando ahora otra emergencia derivada
en este caso de la energía nuclear
de uso civil, después del accidente
de la central nuclear de Fukushima.
El 6 de agosto de 1945,
apenas pasadas las 8:00 horas de la mañana,
el bombardero militar estadounidense Enola
Gay dejaba caer sobre la ciudad de Hiroshima
la bomba de uranio Little Boy. Con cuatro
toneladas de peso, la bomba detonó
a 600 metros de altura sobre la ciudad, estallando
con una fuerza equivalente a 12.500 toneladas
de explosivo altamente destructivo.
La ciudad quedó devastada
y se estima que murieron más de 140.000
personas. Tres días después,
el 9 de agosto, una segunda bomba atómica
bautizada como Fat Man fue arrojada sobre
la ciudad de Nagasaki y causó también
la destrucción de la ciudad y la muerte
de alrededor de 100.000 personas.
Como consecuencia de la
detonación sobre Hiroshima, una enorme
bola de fuego envolvió la ciudad y
provocó enormes temperaturas. Algunos
edificios se derritieron; muchas personas
se volatilizaron, dejando sus sombras pegadas
sobre calles y muros. Estas "sombras
muerte" son dibujadas cada año
por los habitantes de la ciudad como una conmemoración
de los que así fallecieron. Muchos
murieron por el extremo calor. Otros lo hicieron
en el corto plazo como consecuencia de alteraciones
de la salud: síndrome agudo de radiación,
diarreas, hematomas, disminución de
glóbulos blancos en la sangre, etc.
Los supervivientes de estos bombardeos se
llaman a sí mismos Hibakusha, y muchos
de ellos sufren graves afecciones de salud
como leucemia y diversos tipos de tumores,
anemia, y trastornos psíquicos.
Un peligro nuclear muy real
Hace dos décadas que finalizó
la Guerra Fría y sin embargo los arsenales
nucleares mundiales siguen siendo enormemente
elevados: hay más de 20.000 cabezas
nucleares, de las que unas 4.800 son consideradas
operativas. Unas 2.000, en Rusia y EE.UU.,
están en máxima alerta y podrían
utilizarse en un plazo muy breve. A los cinco
países nucleares reconocidos por el
Tratado de no Proliferación (TNP),
EE.UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido,
se han unido otros como Israel, India, Pakistán
y Corea del Norte.
Por otro lado, las presiones
para frenar el programa nuclear iraní
se ven obstaculizadas por los dobles estándares
que se aplican desde la comunidad internacional:
de los ocho países mencionados, dos
(India y Pakistán) tienen armas nucleares
pese a no ser potencias reconocidas por el
TNP, y uno (Israel) no es parte del Tratado.
Además, el hecho
de que las potencias nucleares reconocidas
por el TNP (las cinco primeras del listado)
no den pasos efectivos hacia el desarme condiciona
su credibilidad cuando pretenden disuadir
a otros países de obtener capacidad
nuclear.
"El día de Hiroshima
debe servir para recordar los terribles efectos
del armamento nuclear y para animar a los
responsables políticos a avanzar hacia
el desarme y la no proliferación. Los
peligros del armamento nuclear no son cosa
del pasado sino un problema muy actual que
la comunidad internacional debe afrontar",
ha señalado Mabel González Bustelo,
responsable de Conflictos y Medio Ambiente
de Greenpeace. “Esto debería estar
aún más claro este año,
cuando el terrible accidente de la central
de Fukushima, en Japón, ha puesto de
manifiesto los peligros intrínsecos
de la tecnología nuclear, ya tenga
fines civiles o militares”, afirma Raquel
Montón, responsable de la campaña
de Cambio climático y Energía.
Precisamente este año,
el alcalde de Nagasaki ha anunciado que centrará
su declaración anual por la paz del
9 de agosto (en la conmemoración del
bombardeo de su ciudad) en la reclamación
del fin de la energía nuclear y la
apuesta por fuentes de energía renovables
y seguras. Se trata de la primera vez que
esto ocurre, ya que tradicionalmente la declaración
ha pedido la abolición de las armas
nucleares.
+ Más
Greenpeace pide al nuevo
Primer Ministro japonés que retrase
el inicio de los colegios en Fukushima city
Hay niveles de radiactividad
en los colegios que exceden ampliamente los
estándares internacionales de seguridad
para la población infantil
Durante una rueda de prensa celebrada hoy
en Tokyo, Greenpeace ha pedido al nuevo Primer
Ministro japonés que retrase el inicio
del curso escolar, previsto para el 1 de septiembre,
en la ciudad de Fukushima, dado que los niveles
de radiación en los colegios exceden
los límites internacionales de seguridad,
como ha comprobado un equipo de expertos de
Greenpeace en protección radiológica
(1).
Además, la organización
ecologista ha calificado el anuncio del Gobierno
nipón de llevar a cabo un nuevo “plan
básico de descontaminación”
para Fukushima y su gran área metropolitana
como inadecuado y que llega demasiado tarde.
Los pasados días
17, 18 y 19 de agosto, un equipo de expertos
en protección radiológica de
Greenpeace tomaron muestras en un centro escolar
que acoge niños desde preescolar hasta
niveles superiores, así como varias
áreas públicas en la ciudad
de Fukushima.
La tasa de dosis máxima
aceptada internacionalmente es de 1 mili Sievert
al año (1 mSv/año) para adultos
y es aún menor para niños. El
equipo encontró tasas de dosis de hasta
1,5 µSv/h (microSievert/hora) a un metro
desde el nivel del suelo en una escuela a
pesar de que ésta había sido
descontaminada por las autoridades, lo que
equivale a 13,14 mSv/año. También
detectó tasas de dosis de hasta 2 µSv/h
(lo que equivale a 17,52 mSv/año) a
un metro desde el suelo en un parque del centro
de la ciudad (2).Todo ello demostraba que
los esfuerzos oficiales de “descontaminación”
no habían sido suficientes para proteger
la salud de los niños.
“No se puede forzar a los
padres a elegir entre dar educación
y exponer a sus hijos a altos niveles de radiación”,
ha manifestado Kazue Suzuki, responsable de
la campaña Nuclear de Greenpeace Japón.
“El tan esperado ‘plan de limpieza’ (3) ofrece
demasiado poco y además llega demasiado
tarde. El Primer Ministro debe retrasar el
inicio del curso escolar, trasladar inmediatamente
a los habitantes de zonas altamente contaminadas
y movilizar los miles de trabajadores que
sean necesarios para conseguir que los niveles
de radiación bajen todo lo posible
por debajo de 1 mSv/año”, añadió
Suzuki. (4).
El equipo de Greenpeace
descubrió que mientras las dosis medias
permanecían por encima del límite
internacional de 1 mSv/año en muchos
lugares descontaminados por las autoridades
oficiales, los niveles de radiación
habían disminuido en sitios donde las
comunidades locales habían llevado
a cabo labores adicionales de descontaminación.
“Encontramos un notable
descenso de los niveles de radiación
en una guardería en Fukushima city,
pero esto fue gracias a los esfuerzos de descontaminación
llevados a cabo por las comunidades locales
y las ONG”, ha manifestado Jan Vande Putte,
experto en radiación de Greenpeace
Internacional. “Esto demuestra que es posible
disminuir los niveles de exposición
a la radiación para los niños,
pero mientras no se haga es necesario impedir
desde este mismo momento que se expongan innecesariamente
a este riesgo radiológico”.
“Además de tomar
medidas reales y eficaces para proteger la
salud y el bienestar de la población
afectada por el desastre nuclear de Fukushima,
el nuevo Primer Ministro japonés debe
mostrar su absoluto compromiso con un futuro
de energía renovable por el que luchó
el Primer Ministro Naoto Kan y trabajar para
conseguir un rápido abandono de la
energía nuclear en Japón”, ha
concluido Suzuki. “El pueblo japonés
no aceptará menos”.