Tokio, 19 de
febrero, 2013 – A dos años del accidente
nuclear ocurrido en Fukushima, los efectos y
el sufrimiento para cientos de miles de las
víctimas de esa catástrofe continúa.
Los afectados
no tienen acceso a una compensación de
daños justa. Por el contrario, el sistema
normativo permite que la industria nuclear evada
sus responsabilidades y obliga al público
a pagar por sus desastres
Un nuevo reporte
de Greenpeace Internacional titulado Efectos
de Fukushima: El negocio nuclear hace que la
gente pague y sufra, detalla las serias fallas
en las regulaciones para la industria nuclear
gracias a las cuales, en caso de un accidente,
es la gente quien paga la inmensa mayoría
de los costos y no los operadores de las plantas
nucleares o los proveedores del equipamiento
clave.
“La catástrofe
de Fukushima revela los defectos vergonzosos
de un sistema que sólo requiere que los
operadores nucleares paguen parte del costo
del desastre y no requiere que los proveedores
paguen nada,” dijo Aslihan Tumer, coordinadora
de la campaña nuclear de Greenpeace Internacional.
“Este sistema
injusto ha dejado a cientos de miles en Japón
sin compensación verdadera, eso puede
volver a pasar en cualquier lugar del mundo
ya que la industria nuclear no se hace responsable
de sus fallas”, abundó Tumer.
Entre otros problemas,
las convenciones desarrolladas para operaciones
nucleares limitan los daños que posiblemente
un operador tenga que pagar a cantidades entre
350 millones de euros y 1.5 billón de
euros, y no requieren que los proveedores de
la industria nuclear paguen nada por su responsabilidad
en un desastre.
Según
estimaciones preliminares, los daños
de la catástrofe de Fukushima están
entre 48 y 169 billones de euros.
“No es justo
que la industria nuclear se beneficie mientras
que el público debe pagar el alto precio
por sus fallas. Es simple: el contaminador tiene
que pagar. La industria nuclear debe hacerse
responsable por el daño que causa”, dijo
Tumer.
En México,
los reactores de la central nuclear Laguna Verde,
ubicada en el municipio de Alto Lucero, en Veracruz,
son del mismo tipo que los reactores de Fukushima,
y son un recordatorio más de que la tecnología
nuclear para generar electricidad es altamente
insegura; pese a las reiteradas declaraciones
políticas en defensa de la planta, los
hechos son contundentes, el diseño de
estos reactores es defectuoso de origen. Ante
ello, Greenpeace demanda la cancelación
definitiva de nuevos proyectos nucleares en
el país y el cierre de las centrales
nucleares que han operado con el mismo tipo
de reactores.
En el marco de
la discusión y elaboración de
la estrategia nacional de energía, debe
ser prioritario para el país el abandono
de proyectos nucleares y una mayor y ambiciosa
participación de las fuentes de energía
renovable.
+ Más
Derrumbe en Chernobyl,
recordatorio de los peligros de la energía
nuclear
Noticia - 13
febrero, 2013 - Greenpeace manifiesta su preocupación
por el derrumbe de una de las paredes y parte
del techo del sarcófago de la planta
nuclear de Chernobyl en Rusia, registrado este
martes y alerta de la existencia de 400 reactores
operando en el mundo que pudieran convertirse
en un nuevo Chernobyl.
De acuerdo con
declaraciones de Valery Kalchenko, jefe del
sub-comité sobre los efectos de la catástrofe
de Chernobyl del parlamento ucraniano "parte
del techo de la sala de turbinas entre la unidad
3 y 4 –que están fuera de operación-
cayó a causa de las fuertes nevadas.
El área afectada por el derrumbe es de
500 o 600 metros cuadrados. Unidades de emergencia
y la milicia ya están trabajando en la
limpieza de escombro y nieve”, y aseguró
que la radiación del fondo se encuentra
en niveles “normales”.
Sin embargo,
Vladimir Chuprov, coordinador de la campaña
Nuclear y Energía de Greenpeace Rusia,
dijo que “incluso si la radiación de
fondo no ha cambiado, es una señal preocupante”,
pues “si las losas comenzaron a derrumbarse
en la sala de turbinas, no hay garantías
de que el refugio, para evitar la propagación
de radiación, construido en 1986 no se
derrumbe”.
Añadió
que la vida útil del sarcófago
que protege los reactores, en donde ocurrió
la peor explosión nuclear de la historia,
se terminará en breve, razón por
la cual se construye ahora un nuevo techo para
evitar la propagación de la radiación.
Chuprov añadió
que "al mismo tiempo, el mayor problema
con el sarcófago es el polvo fino que
se está acumulando dentro de la estructura.
El polvo es radiactivo y si se extiende por
decenas de kilómetros a la redonda habrá
un gran problema de contaminación local”.
"A pesar
de que han pasado casi 30 años desde
la catástrofe de Chernobyl, esta planta
nuclear todavía representa un peligro
para la vida de las personas y continuará
como un problema por los siglos venideros. Y
lo que es más preocupante, es que cualquiera
de los 400 reactores operados en el mundo puede
convertirse en un nuevo Chernobyl. Y como muestra,
está el accidente ocurrido en Fukushima
en el 2011”, concluyó Chuprov.
|